Premio La Galera 2011. Resumen: la acción se desarrolla un internado británico de lujo, el Fénix. Allí es dónde van a parar todos los chicos rebeldes de las familias bien que pueden permitirse pagarlo. De pronto comienzan a desaparecer algunos de los alumnos, siempre los más problemáticos. No es algo permanente, al cabo de unos pocos días vuelven, sí, pero lo hacen totalmente cambiados, sumisos y extraños. Ni siquiera reconocen a los demás. Este será el misterio que tendrán que resolver los dos protagonistas de esta historia, Greco e Iris. Paulatinamente, los dos jóvenes irán adentrándose en los secretos del tétrico edificio, y averiguando cosas cada vez más fantásticas. Lo que parece claro es que, sea cuál sea el mal que actúa en el centro, lleva acechando impunemente desde los años 40 del pasado siglo. La verdad que averiguarán Greco e Iris será increíble, fantástica… y puede que les cueste un precio demasiado alto descubrirla.
La novela está estructurada en capítulos alternos donde escriben en primera persona los tres protagonistas. Creo que es muy acertada. Dos de ellos lo hacen en pasado, Iris desde el presente. En medio, aparece el diario de un viejo alumno. Esto les da una pista, aunque creo que es lo menos creíble del libro. Y eso que el desenlace final es difícil de asimilar, si no fuera por lo bien que los autores llevan al lector hacia ese desenlace. La novela no es de mucha acción, solo pretende que te creas el final en un análisis del miedo de los adolescentes. Lo que le da el toque más creíble es que no todo acaba de forma feliz.
Me ha gustado, a pesar de que no es mi estilo, pues hay mucho análisis de los personajes y sus pensamientos. Apenas se aprecia la mano de dos autores distintos, pues me imagino que cada uno ha asumido un papel, un capítulo.
Aquí encontrarás reseñas de libros juveniles e infantiles y algunas noticias sobre mis propios libros.
jueves, 30 de mayo de 2013
domingo, 26 de mayo de 2013
La mesa de los cuatro gobernadores
Estoy con un nuevo libro. Es una historia que continua con unos viejos conocidos, Marta, Julio, Adrián y Marcos. Son los protagonistas de La cueva de los Doblones. esta vez, en el mismo marco de Mohedas de la Jara, tendrán que resolver algunos misterios relacionados con La mesa de los cuatro gobernadores. Es una mesa donde, según la leyenda, los gobernadores de Ciudad Real, Toledo, Badajoz y Cáceres podían reunirse y estar sentados cada uno en su territorio. El lugar donde se juntan estas cuatro provincias está en medio del pantano de Cijara. Es una pequeña isla. Como siempre, os dejo el primer capítulo. Es un poquito largo pero espero que os guste.
En este bar se iban a reunir cuatro amigos, al menos en eso habían quedado en los últimos correos intercambiados entre los tres que vivían en Madrid. Al cuarto, llamado Marcos, le avisaría Julio con el viejo sistema de ir a la puerta de su casa y gritar el nombre tres o cuatro veces, pues no tenía internet, ni siquiera intención de convencer a su padre de que era necesario para tener amigos.
Julio
cogió el aparato y comenzó a pasarlas de nuevo. Era una forma de romper el
hielo tras unos cuantos meses de relación indirecta. Esos meses se habían
pasado entre mensajes y correos electrónicos. Ahora, cara a cara, se hacía más
difícil.
Había elegido un mal momento para llamar la atención sobre su teléfono. Todos estaban fijos en las fotos, menos Adrián. Ya se las sabía de memoria y observaba a la gente del bar mientras asentía sin prestar atención a lo que le había pedido Julio. La mayoría de los clientes se apelotonaban al lado de una estufa gris repleta de leños, pues hasta allí llegaba el calor. Debían estar sudando.
Viernes 20 de diciembre
1
A pesar del escaso número de
habitantes, en aquel pequeño pueblo de Toledo había varios bares. No serían más
de setecientas personas empadronadas, quizás el doble en vacaciones. Lo mejor
era que cada tasca se había especializado. Una para los aperitivos, otra
ofrecía buen café y mesas para el juego de cartas, otra resultaba mejor por la
noche. En una de ellas, solían reunirse los más jóvenes, sobre todo en las
vacaciones de Navidad. El resto del tiempo estaba casi abandonada, salvo por
unos pocos viejos que no jugaban la partida de cartas al mediodía y preferían
beber solos. El sitio recibía el nombre por su dueño: el bar de Abilio.
Nada más entrar en el local, a mano
derecha, había una enorme barra. Todo allí tenía unas dimensiones descomunales
aunque solo la atendía un camarero que pocas veces debía estresarse, a pesar de
los paseos de un extremo a otro de sus dominios, como un soldado cansado
durante la guardia. Después, unas cuantas mesas descolocadas ocupaban la mitad
de la gran sala, más bien para no dejarla desierta y deshabitada. En el otro
lado, la mesa de ping-pong parecía una mesilla de noche a causa del gran
espacio libre que la rodeaba. Ya pegadas a la pared, para esperar el turno del
juego, habían puesto unas viejas sillas de madera todas unidas y con el asiento
reclinable, pues se usaban en el antiguo cine ya cerrado. Daban un toque de
antigüedad.En este bar se iban a reunir cuatro amigos, al menos en eso habían quedado en los últimos correos intercambiados entre los tres que vivían en Madrid. Al cuarto, llamado Marcos, le avisaría Julio con el viejo sistema de ir a la puerta de su casa y gritar el nombre tres o cuatro veces, pues no tenía internet, ni siquiera intención de convencer a su padre de que era necesario para tener amigos.
Adrián
llegó el primero y pasó un mal rato. Se quedó paralizado delante de la barra,
como si fuera un conejo deslumbrado por los faros de un coche. De inmediato, con
la cabeza agachada, se sentó en un viejo taburete con la espuma asomando entre
el escay rajado. Hasta ahora, el joven no solía salir de casa de su abuela pero
todo había cambiado el verano anterior. Gracias a su dominio de las nuevas
tecnologías y sobre todo al hecho de que las tenía a mano, sus nuevos amigos y él
pudieron salir bien parados de una gran aventura, de esas que suceden en las
películas. Mientras esperaba, decidió volver su mirada hacia atrás y ver en su
cabeza el guión de finales de verano. Se acordó del medallón que encontraron en
una tumba abandonada, gracias a un detector de metales, del indio que se quiso
hacer con él y del mal momento que vivieron en la cueva de los Doblones. En
definitiva, descubrieron un tesoro inca que casi les cuesta la vida. Lo había
enterrado allí un indiano.
-
¿Quieres
algo, chaval? –preguntó el camarero con voz ronca.
-
Eh…no
–respondió Adrián tras despertar de sus recuerdos-, cuando vengan mis amigos.
Se
bajó deprisa del taburete y decidió refugiarse junto a la mesa verde de
ping-pong. No había nadie, lo cual le alivió. Sacó su móvil y agachó la cabeza.
Durante un tiempo estuvo pasando muy despacio las fotografías. Algunas eran de algún
recorte de prensa del verano pasado. Por unos días, habían sido famosos, hasta
que comenzó el colegio y cada uno volvió a su rutina habitual.
Se
detuvo en una foto del grupo. Él mismo había sido el héroe salvador, pero se
sentía mal cuando se veía. Estaba tan gordo… Menos mal que su aspecto físico lo
suplía con la inteligencia. Además, la camisa de botones desentonaba hasta el
extremo con la ropa que llevaban puesta los demás. Lo peor es que tampoco sabía
relacionarse muy bien. Con Marcos y Marta se encontraba más o menos a gusto,
mientras que no tragaba a Julio. El asunto era mutuo y eso que se conocían de
mucho antes del asunto del medallón.
Ni
se había dado cuenta de que Marta ya había llegado. Se puso de pie y antes de
que se incorporara del todo, su amiga le había soltado dos besos en la cara.
Ojalá no haya notado el calor de mis mejillas, pensó el joven. Un color rojo
hizo que hasta sus labios parecieran blancos.
-
Eh…bien,
bien –acertó a decir el joven.
Su
vergüenza no le abandonaba nunca, más aún con una chica. Incluso después de
haber vivido la aventura del verano. Comenzó a mirar a todas partes. Su deseo:
que lleguen enseguida Julio y Marcos. Aquella chica era realmente hermosa. Su
figura la formaban unas líneas suaves, sin exageraciones. Ayudaba el tipo de
ropa que usaba, siempre un poco más amplio y con colores claros. Así resaltaba
su rostro moreno. El pelo lo llevaba muchas veces recogido, una muestra de su
cabeza ordenada. Solo se escapaba un mechón, como si fuera la señal de que
siempre se lanzaría ante una buena aventura.
Marta
se sentó junto a él. Hubo un silencio embarazoso hasta que ella preguntó por
los estudios. No había otro tema mejor para Adrián.
-
Como
siempre, mucho trabajo –respondió de nuevo con la voz ronca-. Mira estas fotos.
Le
dio el móvil a su amiga. Aquello le había salvado al menos para los siguientes
minutos. Ella pasó las imágenes despacio. Le encantaba verse y observar hasta
el mínimo detalle de los demás: Julio y Marcos. Eran tan diferentes…cada uno
con su estilo. Eso le llevaba a disfrutar con ellos. Del primero le gustaba su
seguridad y sus ganas de actuar, aunque detestaba que a veces quisiera ser el
mejor de una forma evidente. Vestía casi siempre con ropa de marca y a la
última. Del segundo se quedaba con su tranquilidad, su raciocinio. Pero que en
ocasiones parecía que no tenía sangre. Sus polos eran siempre iguales unos y
otros, solo cambiaba el color.
Por
eso formaban los cuatro un equipo perfecto, ya que Adrián ponía la tecnología y
ella la inteligencia fina, el sexto sentido que hacía falta para rematar los
dilemas. También su encanto, por supuesto.
Mientras
pensaba todo esto, se colocó el mechón de pelo hacia atrás, acomodándolo en su
coleta ya perfecta. Su compañero se quedó con la boca abierta. Tenía una
cabellera tan tupida, que le hubiera gustado acariciarla. Le despertó un grito
que llegó desde la puerta. Julio los saludaba a voces. No le preocupaba ni lo
más mínimo llamar la atención de los demás. Se le notaba contento de verlos,
aunque quizás se alegraba más por encontrarse de nuevo con Marta. Tenía también
ganas de enseñar a los demás su nuevo regalo de cumpleaños: un móvil aún mejor
que el de Adrián.
Marcos
entró después. También sonreía pero con más disimulo y en silencio. Venían los
dos juntos. Por fin se reunía de nuevo el grupo que resolvió con éxito el
misterio de la cueva de los Doblones.
Les
encantaría encontrar nuevas aventuras para esas vacaciones, pero lo normal es
que no sucediera nada en aquel pueblo perdido de los Montes de Toledo. Eso
pensaba sobre todo Adrián. A él no le importaba la tranquilidad y el sosiego.
Ya tuvo bastante el verano pasado, aunque sirviera para tener amigos.
-
Mirad
las fotos –dijo Marta mientras les pasaba el móvil a Julio y Marcos-. Están
chulas.
-
Me
las tienes que pasar, Adrián –pidió Julio mientras enseñaba su móvil.
Había elegido un mal momento para llamar la atención sobre su teléfono. Todos estaban fijos en las fotos, menos Adrián. Ya se las sabía de memoria y observaba a la gente del bar mientras asentía sin prestar atención a lo que le había pedido Julio. La mayoría de los clientes se apelotonaban al lado de una estufa gris repleta de leños, pues hasta allí llegaba el calor. Debían estar sudando.
De
vez en cuando se presentaba más gente en el bar. Se abría la puerta y el aire
frío de la noche se colaba a toda velocidad. Todos los que llegaban se
parecían, sobre todo cuando no se conoce a nadie del pueblo. Sin embargo, hubo
dos que llamaron la atención de todos. Tenían un aspecto diferente. Se
colocaron separados de la estufa, lo cual les puso casi al lado de los cuatro
amigos. Ni siquiera pidieron en la barra, como si pensaran que alguien les iba
a servir la bebida.
Había
uno más fuerte que hablaba continuamente. Su voz ronca se hacía notar por
encima del bullicio, aunque no se entendía nada de lo que decía. Su rostro
presentaba señales de la varicela. El pelo rubio y graso indicaba que no era de
allí y de ningún otro sitio cercano. Movía las manos al compás que sus
palabras, con mucha energía. El otro compañero, más delgado y con cara
alargada, asentía de forma automática. Era muy distinto. Tenía la piel morena y
las facciones muy marcadas. No tenía
nada de pelo y no era porque se lo hubiera afeitado. Aún así, se le
notaba extranjero, pero de un país distinto. Si uno solo bastaba para llamar la
atención de los habitantes del pueblo, los dos superaban la imaginación de
cualquier mente, incluso la de Marta.
jueves, 23 de mayo de 2013
Cuando la tinta es sangre en Amazon
Se trata de una nueva experiencia. He publicado Cuando la tinta es sangre en Amazon. Si pincháis en el enlace podéis leer el primer capítulo.
Llevaba un tiempo con la idea en la cabeza y creo que es el momento de lanzarse a nuevas alternativas. Es una forma de saltarse a los intermediarios, muy perdidos en estos tiempos que corren y que pueden acabar con ellos como no reaccionen. quien dé con la tecla que todos buscan se llevará el premio especial.
También he pensado en los lectores. De esta forma os puede llegar este título. Como siempre, espero que disfrutéis. Yo ya le estoy haciendo con esta nueva experiencia.
Antes de que lo digáis, la portada es mala, horrible, pobre, pero la composición no es lo mío. Si alguien se atreve a crear algo más efectivo, es fácil superarme, admito dádivas.
El enlace para adquirir el libro es éste. El precio es muy asequible. Entrad a la era digital y descargadlo.
Llevaba un tiempo con la idea en la cabeza y creo que es el momento de lanzarse a nuevas alternativas. Es una forma de saltarse a los intermediarios, muy perdidos en estos tiempos que corren y que pueden acabar con ellos como no reaccionen. quien dé con la tecla que todos buscan se llevará el premio especial.
También he pensado en los lectores. De esta forma os puede llegar este título. Como siempre, espero que disfrutéis. Yo ya le estoy haciendo con esta nueva experiencia.
Antes de que lo digáis, la portada es mala, horrible, pobre, pero la composición no es lo mío. Si alguien se atreve a crear algo más efectivo, es fácil superarme, admito dádivas.
El enlace para adquirir el libro es éste. El precio es muy asequible. Entrad a la era digital y descargadlo.
lunes, 20 de mayo de 2013
Firma en la Feria del libro
Como es tradicional desde el año 2006, no importa el tiempo que haga, iré de nuevo a firmar libros a la Feria del libro de Madrid.
Será el día 15 de junio por la mañana en la caseta 229 de la editorial Palabra. De 11:00 a 14:00.
Es un día que me encanta, de esos que te lo pasas en grande. Los motivos son diversos. En todas las ocasiones me encuentro con algún amigo que no veía desde hace tiempo y va por casualidad. Muchas veces son antiguos alumnos. Otro motivo es ver el ambiente desde la caseta. Si no lo habéis hecho, probad a sentaros en un banco para ver cómo pasan y pasan personas. cada uno tiene algo especial, diferente y los hay que llaman la atención aún más. Como dijo aquel torero al conocer a Ortega y Gasset, "hay gente para todo". Unos viene a mirar, pasear, la mayoría a tocar los libros. Hay en el ambiente un sabor a gusto por la literatura que te entra hasta por la nariz pasando por el paladar. Por último, es una ocasión para ver a otros autores. Esos que conocemos y que están menos solicitados que un futbolista, gracias a Dios.
En fin, si alguien no ha ido nunca, que lo haga sin falta.
Será el día 15 de junio por la mañana en la caseta 229 de la editorial Palabra. De 11:00 a 14:00.
Es un día que me encanta, de esos que te lo pasas en grande. Los motivos son diversos. En todas las ocasiones me encuentro con algún amigo que no veía desde hace tiempo y va por casualidad. Muchas veces son antiguos alumnos. Otro motivo es ver el ambiente desde la caseta. Si no lo habéis hecho, probad a sentaros en un banco para ver cómo pasan y pasan personas. cada uno tiene algo especial, diferente y los hay que llaman la atención aún más. Como dijo aquel torero al conocer a Ortega y Gasset, "hay gente para todo". Unos viene a mirar, pasear, la mayoría a tocar los libros. Hay en el ambiente un sabor a gusto por la literatura que te entra hasta por la nariz pasando por el paladar. Por último, es una ocasión para ver a otros autores. Esos que conocemos y que están menos solicitados que un futbolista, gracias a Dios.
En fin, si alguien no ha ido nunca, que lo haga sin falta.
miércoles, 8 de mayo de 2013
Las leyendas del planeta Thámyris. Joan Manuel Gisbert
Para 12 años, ed. Espasa Calpe. 1982. Un científico descubre unas placas de un material desconocido en la tierra pues proceden del espacio. En ellas se encuentran unas láminas con símbolos muy pequeños. Para él, de forma muy extraña esas señales adquieren significado. Después de trascribir las leyendas, se las envía al autor para que las dé a conocer de una forma literaria. Se trata de un juego que intenta dotar a las historias de mayor verosimilitud. Cada una habla de un continente distinto de ese planeta llamado Thámyris, muy lejano al nuestro. En la primera se habla por ejemplo del continente que siempre estaba a oscuras. De una forma simbólica y gracias a un habitante, la luz se libera de una enorme pirámide repleta de espejos. También se librarán del comedor de sueños.
Es un libro repleto de imaginación y muy característico de Joan Manuel Gisbert, aunque quizás el estilo esté un poco recargado para estos años. Yo he leído la edición de 1982. Hay una actual de la editorial Oxford del año 2005. Creo que es interesante para leer buena literatura juvenil.
Es un libro repleto de imaginación y muy característico de Joan Manuel Gisbert, aunque quizás el estilo esté un poco recargado para estos años. Yo he leído la edición de 1982. Hay una actual de la editorial Oxford del año 2005. Creo que es interesante para leer buena literatura juvenil.
jueves, 2 de mayo de 2013
Visita al colegio Peñalvento
El lunes 29 estuve de visita al colegio Peñalvento, Colmenar Viejo. Tuve dos sesiones con alumnos de 1º de secundaria. Habían leído El gladiador cristiano. Hubo muchas preguntas, muchísimas y tuvimos que cortar porque era la hora. Me consuela que se interesen tanto por la labor del escritor, por los libros, por lo que hacemos, por lo que inventamos, también por lo que ganamos. a veces creemos que nadie lee, que no les gusta, pero están deseando hacerlo. Para ello hay que animarles o incluso obligarles. El verdadero problema es la falta de un tiempo determinado, fijado desde que son pequeños para hacerlo. Cuando se meten en un libro, disfrutan igual que con una película o un juego digital. Lo tengo como cierto.
Quiero también dar las gracias a los alumnos y profesores, sobre todo a Ricardo.
Quiero también dar las gracias a los alumnos y profesores, sobre todo a Ricardo.
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